ENTREVISTA | Hna. Mary E. Lacy, una vida religiosa después de los 40

Hija de la Caridad, enfermera y abogada al servicio de los vulnerables

La Hna. Mary Ellen Lacy a un lado del autobús de la Network Lobby durante la gira de 2013 de Monjas en el Bus por la reforma migratoria. Lacy comenzó su carrera como enfermera y más tarde se unió a las Hijas de la Caridad. Ahora es abogada de inmigración. (Foto: cortesía Mary Ellen Lacy)

La Hna. Mary Ellen Lacy a un lado del autobús de la Network Lobby durante la gira de 2013 de Monjas en el Bus por la reforma migratoria. Lacy comenzó su carrera como enfermera y más tarde se unió a las Hijas de la Caridad. Ahora es abogada de inmigración. (Foto: cortesía Mary Ellen Lacy)

Jennifer Vosters

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Traducido por Magda Bennásar

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Cuando la Hna. Mary Ellen Lacy conoció a las Hijas de la Caridad a los 42 años, ya había vivido muchas vidas. Nacida en el seno de una familia católica irlandesa de la zona sur de Chicago, Estados Unidos, comenzó su carrera como enfermera ("La profesión más maravillosa que he tenido nunca", dice). Pero cuando cumplió 26 años, ya le picaba el gusanillo y se preguntaba qué sería lo siguiente.

Así que, mientras trabajaba a tiempo completo en el Christ Hospital de Oak Lawn (Illinois), estudió Derecho en la John Marshall Law School (ahora parte de la Facultad de Derecho de la Universidad de Illinois Chicago). Tras licenciarse en 1991, ocupó un puesto en gestión de riesgos en una empresa de seguros de negligencia médica de Chicago, lo que la llevó a trabajar no solo con hospitales y ambulatorios, sino también con residencias de ancianos.

Tras trabajar estrechamente con los administradores de estos centros, se sintió inspirada para volver a desempeñar un nuevo papel en la atención sanitaria: administradora de residencias de ancianos. Sin embargo, cuando la residencia cerró para fusionarse con otro centro tuvo que tomar una decisión.

"Muchas veces había pensado en ser hermana", dijo, "y ahora  me quedaba sin excusas".

Una búsqueda en Internet la llevó a una lista de órdenes religiosas especializadas en asistencia sanitaria y servicio a los pobres. Pero fue la conexión de un amigo y antiguo sacerdote con una hermanas de las Hijas de la Caridad —también católica irlandesa y "muy persuasiva"— lo que la convenció para reunirse con la orden... Además de pobreza, castidad y obediencia, las Hijas de la Caridad —una orden vicentina— hacen un cuarto voto de servicio a los pobres. Con eso, dijo Lacy, "algo hizo clic".

Hija de la Caridad y licenciada en Derecho no era una combinación habitual en una orden con una rica historia de asistencia sanitaria, trabajo social y educación. Tras terminar su formación en Evansville, Indiana, en 2008, fue enviada a El Paso, Texas, para estudiar derecho de asilo con el fin de ayudar a las comunidades de migrantes y refugiados a las que sirven las Hijas de la Caridad.

Luego la enviaron a Alabama, donde se encontró defendiendo a las familias de inmigrantes vietnamitas de Bayou La Batre, cuyo medio de vida como pescadores de cangrejos, marisqueros y recolectores había sido destruido por el vertido de petróleo de la plataforma Deepwater Horizon de BP en 2010 y estaban siendo víctimas de bufetes de abogados sin escrúpulos.

En 2011, fue enviada a Washington, D. C., donde se unió al personal de la Hna. Simone Campbell, trabajadora social en Network, para presionar por los derechos de los pobres y marginados, incluidos los inmigrantes y refugiados.

En Network, Lacy formó parte del equipo que respondió a la censura de 2012 del Vaticano a la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas creando el movimiento Nuns on the Bus (Monjas en el Bus). El programa desvió la atención de los medios de comunicación de la censura hacia la defensa de los programas sociales que estaban en peligro con el presupuesto propuesto por el entonces diputado Paul Ryan.

Nuns of the Bus, por supuesto, se convirtió en un éxito rotundo. En los años siguientes, Lacy realizó otras tres giras por todo el país, en las que habló tanto a votantes como a legisladores sobre la necesidad de votar por los intereses de los más vulnerables.

Hna. Mary Ellen Lacy, de las Hijas de la Caridad, sentada en su cubículo en Network en 2012. En esta organización, la religiosa ayudó a crear el movimiento Monjas en el Bus. (Foto: cortesía Mary Ellen Lacy)

Hna. Mary Ellen Lacy, de las Hijas de la Caridad, sentada en su cubículo en Network en 2012. En esta organización, la religiosa ayudó a crear el movimiento Monjas en el Bus. (Foto: cortesía Mary Ellen Lacy)

Fue hermoso", dijo, "haber visto el sufrimiento de primera mano de estas terribles leyes y sistemas y poder tener la oportunidad de decir a la gente que redacta estas leyes: 'No entendéis las implicaciones de esto, y tenéis que hacer algo diferente'”.

Después de D. C., Lacy continuó su trabajo en derecho y justicia social en varias otras ciudades antes de regresar a Chicago, su ciudad natal, en 2019, justo antes de que se desatara la pandemia de COVID-19. Y allí es donde la religiosa se encuentra ahora, tras haber montado su propio bufete como abogada de inmigración familiar y humanitaria en el edificio administrativo de la parroquia San José Sánchez del Río-parroquia Maternidad BMV , en Humboldt Park.

"Trato de encontrar ayuda para los que no tienen documentos, reunirme con la persona y tratar de averiguar si tienen una oportunidad de obtener una tarjeta de residente", dijo. "Si no la tienen, hay otras opciones. ... Al menos la mitad [de las personas que acuden a mí] no tienen ni idea y solo vienen a decir: 'Ayuda'", apuntó.

Al igual que otras ciudades santuario, Chicago ha recibido un número sin precedentes de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo a medida que gobernadores como Ron DeSantis, de Florida, y Greg Abbott, de Texas, —ambos católicos— envían autobuses cargados de personas hacia el norte desde la frontera. Entre los clientes de Lacy hay recién llegados y personas que llevan más de 20 años viviendo en Estados Unidos. Ella les acompaña en el largo, complejo y emotivo proceso de obtener documentos, solicitar asilo o simplemente conseguir una cita en el juzgado. Algunos no pueden regresar a sus países de origen sin arriesgarse a morir. Una clienta, una joven venezolana que huyó tras presenciar un violento crimen policial, ha sido amenazada de violación y asesinato si regresa alguna vez. Otros intentan reunirse con sus familias o escapar de la desesperación económica.

El gran número de personas necesitadas que llegan atravesando algunas de las zonas más peligrosas de la Tierra y la feroz retórica antiinmigrante que los recibe, si sobreviven, bastan para hacer dudar  incluso al más incondicional, nos cuenta Lacy.

"¿Cómo conseguimos que el país deje de politizar una crisis humanitaria?", preguntó. "Cuando lo politizas todo, no dejas que te rompa el corazón. Es fácil no ver a estas personas como seres humanos ni ver nuestra responsabilidad en ello. Tenemos que ver las causas y desde ellas ayudarles, con humildad. Porque nosotros causamos mucho de eso".

De la enfermería a Network, de la administración a la ley de asilo, de la frontera al Capitolio, Lacy, que ahora tiene 61 años, ha guiado a personas en algunos de los momentos más vulnerables de su vida: enfermedad, vejez, pobreza, búsqueda de refugio, temor por su seguridad, intento de unir a sus familias.

"Mi cita favorita de la Biblia es Isaías 6, 8: 'Señor, envíame'. Si lo decimos en serio, eso es lo que tenemos que hacer", dijo. "Tenemos que saber convivir con la incomodidad. La gente que vive en la penuria económica se siente así todos los días. Así que cuando aceptamos  esa incomodidad, preguntándonos qué nos está llamando a hacer, creo que la respuesta es: 'Señor, envíame. Donde sea'", indicó.

"Y luego", añadió, "prepárate para que ocurran grandes cosas".

Global Sisters Report: Usted estaba en 'la habitación' donde  la idea de Nuns on the Bus tomó forma. ¿Puede resumir lo que supuso esa decisión y cuál fue su participación?

Lacey: Fue  impulsado por el Espíritu. Fue una "tormenta sagrada perfecta".

En abril de 2012, Network celebraba su 40 aniversario, así que estábamos ocupadas pensando en cómo dar a conocer nuestro nombre. Y entonces, al mismo tiempo, el representante Paul Ryan presentó este presupuesto que bloquearía Medicaid, recortaría las becas Pell y detendría muchos programas de ayuda para las personas que sufren la pobreza. En un momento dado dijo que era un presupuesto coherente con los valores católicos, lo que nos indignó. Nada que perjudique a los pobres es coherente con nuestra opción preferencial por los pobres y con la doctrina católica de justicia social. Y como grupo de presión, tuvimos que responder a eso.

Y entonces fue casi como si el Vaticano dijera: "Dejad que os ayudemos". Recibimos una crítica de ocho páginas sobre las monjas católicas estadounidenses, en la que el Vaticano decía que pasamos demasiado tiempo hablando de cuestiones de justicia social y de los que sufren la pobreza; no pasamos suficiente tiempo hablando del aborto y del matrimonio entre personas del mismo sexo. Y señalaban específicamente a Network como una mala influencia para las hermanas.

En menos de una hora, empezó a explotar: todo el mundo lo leía, se hacía publicidad, nuestros teléfonos sonaban. Simone [Campbell, entonces directora ejecutiva de Network] no sabía qué hacer: Estaba dolida, enfadada, nuestra propia Iglesia nos ridiculizaba públicamente. Pero creo que eso demuestra una sabiduría y una humildad tremendas: Simone sabía que teníamos que responder, pero con toda humildad dijo: "No sé cómo".

Mary Ellen Lacy, abogada especializada en inmigración, participa en una marcha en Washington D. C. "Somos los guardianes de nuestros hermanos y hermanas", afirma. (Foto: cortesía Mary Ellen Lacy)

La Hna Mary Ellen Lacy, abogada especializada en inmigración, participa en una marcha en Washington D. C. "Somos los guardianes de nuestros hermanos y hermanas", afirma. (Foto: cortesía Mary Ellen Lacy)

[Simone Campbell] decidió convocar a nuestros amigos para reunirnos. [La pregunta fue:] ¿cómo utilizamos este nuevo ataque? Lo que hacemos es servir a los pobres mejorando los sistemas. ¿Cómo lo hacemos y cómo podemos utilizarlo para amplificar nuestras opiniones sobre el presupuesto de Paul Ryan? Así que la gente hablaba y decía: "¿Qué tal una gira relámpago como la de Truman?". Y alguien bromeó y dijo: "Bueno, son monjas, no puedes ponerlas en un tren, ponlas en un autobús escolar".

Así se decidió: "Pongámoslas en la cara de los votantes: 'Aquí estamos, y mientras están aquí, hablemos de este presupuesto, hablemos de estos programas que se van a recortar para los que sufren la pobreza, pongamos en evidencia los programas que llevan las hermanas y cómo ellas se verán perjudicadas si se permite este presupuesto'".

Pensábamos que íbamos a usar un autobús escolar, o quizá un Greyhound con servicio. Entonces aparece este autobús y es como un autobús de rockstar envuelto con las palabras 'Monjas en el Bus'. Descubrimos que había sido el autobús de Mary J. Blige antes que el nuestro.

Mi trabajo consistía en encontrar lugares donde pasar la noche. Tomé el libro de registro católico y empecé a llamar a conventos católicos y casas madre. La ruta estaba muy organizada políticamente. Íbamos a los lugares donde los legisladores iban a votar, donde podíamos hablar de la necesidad de un presupuesto decente que apoyara los derechos de los que sufren la pobreza.

La rutina consistía en visitar un programa, visitar al legislador y, por la noche, celebrar lo que llamábamos una "recaudación de amigos": venía gente y hablábamos del tema. El mensaje principal era: "Somos las cuidadoras de nuestros hermanos y hermanas. Tenemos que votar de una manera que sostenga  a todos nuestros hermanos y hermanas". No solo la gente que tiene dinero. A todos nos va mejor cuando a todos nos va mejor. Ese era el mensaje. Vota sus valores, no su partido, no su historia.

¿Cuál ha sido el impacto de las giras de Nuns on the Bus? ¿Han influido en la relación entre las religiosas y el público estadounidense?

Creo que el éxito de las giras nació del reconocimiento de que el público sentía cariño por las hermanas que les habían enseñado a ser honestas, a hacer el bien, a preocuparse por los demás. Cuando pensaban que las hermanas estaban siendo atacadas, quisieron acudir en su ayuda. Y cuando hablamos de lo mucho que querían implicarse, dimos el siguiente paso: "Os enseñamos de niños, y ahora de adultos, tenéis que votar lo que valoráis".

Esta gente tenía hambre y sed de ver cómo una comunidad se preocupaba por los demás, y estaban dispuestos a hacer sacrificios, y los hicieron. La gente venía todo el tiempo a contarnos lo que hacían en sus comunidades y cómo se cuidaban los unos a los otros y cómo eso era importante para ellos, y cómo querían que su gran Gobierno se preocupara también de los pequeños. Hacían tanto por sus hermanos y hermanas que sufrían la pobreza que nos hacían sentir humildes. Es más fácil ser una hermana y servir a los pobres que tener una familia y trabajar en el mundo, y sacar tiempo para servir a los demás. Encontraron tiempo, compartieron con nosotras, nos dieron una lección.

La Hna. Mary Ellen Lacy marcha junto a la activista por los derechos civiles Dolores Huerta. "A los Estados que permiten a los inmigrantes vivir legalmente les va mejor económicamente", dice Lacy, abogada especializada en inmigración, quien agrega: "La idea de acoger a la gente y hacerla legal nos ayuda a todos". (Foto: cortesía Mary Ellen Lacy)

La Hna. Mary Ellen Lacy marcha junto a la activista por los derechos civiles Dolores Huerta. "A los Estados que permiten a los inmigrantes vivir legalmente les va mejor económicamente", dice Lacy, abogada especializada en inmigración, quien agrega: "La idea de acoger a la gente y hacerla legal nos ayuda a todos". (Foto: cortesía Mary Ellen Lacy)

¿Qué hace un abogado de inmigración por los solicitantes de asilo y otros inmigrantes?

El Derecho de Inmigración no es diferente del Derecho de Familia o del Derecho Mercantil: lo que haces depende de la persona que tienes delante. Así que la primera vez que te reúnes con un cliente, vas a tener una importante toma de contacto, averiguar cuál es su problema.

Entonces, como abogada, utilizas tus conocimientos para ver: "¿Cómo puedo mejorar la vida de estas personas? ¿Qué posibilidades tienen?". Mi trabajo es decidir si solicitamos el estatuto de protección, el asilo o ambos. Les das toda la gama de opciones y los riesgos y beneficios asociados a cada una.

Juntos elaboramos un plan y luego presento la documentación y defiendo el caso en la entrevista si es necesario. Ese proceso puede durar años. El TPS y el asilo funcionan más rápido, pero ahora mismo la gente está esperando tres años solo para su primera cita con el tribunal.

La mayor parte de lo que hago es reagrupación familiar. La forma en que la gente viene a Estados Unidos es que tú solicitas a tu familiar en otro país y ellos vienen. Pero nuestro sistema es un desastre.

Tengo un cliente, y él y su esposa tienen una petición que fue aprobada en 2001. José y María han estado aquí desde 1999. Él ha estado pagando sus impuestos, trabajando, teniendo hijos, criándolos aquí; es miembro de su Iglesia, un buen miembro de su comunidad, nunca ha sido arrestado, nunca ha causado problemas. Es un ciudadano modelo de Estados Unidos, salvo que no lo es. No tiene papeles. Está esperando que su petición sea aprobada.

Cuando la gente tiene que esperar 23 años para volver a ver a su familia, está envejeciendo. Por eso la gente se salta la cola. Veintitrés años no es una cola; es toda una vida. Estamos pidiendo a las familias que esperen más de 20 años. La gente muere. La gente pierde papeles. Es demasiado complicado. Es demasiado injusto.

Concedemos menos de medio millón de visados al año a familias para la reagrupación, y cada país solo puede obtener el 7 % de los visados, así que si eres mexicano, indio o chino, estás esperando 20 y pico años porque ya hay muchos mexicanos y chinos aquí, y todo el mundo está solicitando a su familia. Así empiezan los retrasos. Hasta que encontremos un sistema que apruebe a la familia normal, seguiremos teniendo gente que acabará quedándose en otros lugares hasta que sea demasiado tiempo y no puedan esperar más.

Antes de convertirse en una de las Hijas de la Caridad, ¿cómo entendía la experiencia de los inmigrantes y refugiados? ¿Cómo ha cambiado en su trabajo como religiosa y como abogada?

Creo que la diferencia para mí personalmente fue que antes de ser de las Hijas de la Caridad quería servir a otras personas porque me sentía bien sirviendo a otras personas. Pero era más como "ser amable", hacer lo correcto, ser caritativa; porque son personas, debes hacer el bien.

Luego me hice [hermana] de las Hijas de la Caridad. Para mí, la espiritualidad vicentina consiste en ver a Jesucristo en una persona que sufre, y cuando miras a una persona y ves a Jesucristo, eso cambia las reglas del juego. Porque ya no eres tú haciendo caridad como si entregaras un servicio. Si estás mirando a nuestro Señor, te entregas. No estás por encima de nuestro Señor.

Y así es como se hace bien el servicio. Reconoces que estás sirviendo a Dios, así que extiendes la mano, aguantas, ofreces tus escasos dones y esperas que lo acepten. El último paso en el servicio a los que sufren la pobreza es dar el siguiente paso y dejar que te evangelicen, porque eso te convierte en una mejor servidora.

Según su experiencia, ¿cómo se complementan el Derecho y la vida religiosa? ¿Existe alguna tensión entre ambas?

(Risas) No se complementan, créeme.

En mi orden predominan el trabajo social, la enseñanza y la atención sanitaria; ser abogado era bastante extraño. Ha sido una fuente de tensiones para mí porque nos trasladan mucho, y si te trasladan mucho cuando te exigen tener una licencia, es difícil en un sentido encontrar trabajo. Mi consejo nunca me encomendó un puesto legal. Me enviaban a las personas a las que debía servir. Así que eso fue muy difícil.

Pero en el otro sentido, como no estaba atada a un bufete, estaba disponible en Bayou La Batre para ayudar a la gente a recuperar sus casos de esos bufetes sin escrúpulos. Estuve disponible para ir en autobús por todo el país varias veces. Estuve disponible para abrir mi propio bufete.

Cuando te permites estar abierta a otra cosa, quizá porque no tienes nada más, a veces Dios te utiliza para que estés abierta a hacer aquello a lo que te llama. Así que, aunque fue duro para mí estar normalmente sin un ministerio fijo cuando era enviada, y aunque puede que me causara alguna angustia espiritual, también me permitió servir a los que sufren la pobreza como nunca soñé que podría servir. En lugar de compadecerme [y decir:]"Pobre de mí, ¿por qué Dios me está vaciando en este momento?", pregúntate: "¿Para qué me está abriendo Dios y cómo voy a responder?".

¿Qué le gustaría que entendiera el católico medio sobre la crisis de la inmigración?

Como católicos, creemos que todo es una bendición de Dios, que todo nos es dado. Y tenemos razón. Nadie se ganó su derecho a ser ciudadano estadounidense. Naciste aquí por casualidad. Podrías haber nacido en México, Honduras o Venezuela. Y si tu hija, tu nieta, estuviera en la frontera pidiendo compasión, ¿cómo responderías? ¿Cómo querrías que respondieran los demás? No podemos quitarles humanidad a estas personas  diciendo que son solo números, o que son demasiados.

Pregúntate: "¿Qué he sufrido realmente hasta ahora por la admisión de estas personas? ¿Cuál es mi oposición?". ¿Es solo más miedo? ¿Es un sentimiento de derecho? Seamos realistas: Los privilegiados estamos aquí no porque nos lo hayamos ganado, sino porque se nos ha regalado este lugar de nacimiento sin coste alguno. Y por eso estamos llamados a dar sin coste alguno.

Los Estados que permiten a los inmigrantes vivir legalmente obtienen mejores resultados económicos. La idea de acoger a la gente y legalizarla nos ayuda a todos. Nos enriquece desde el punto de vista de la diversidad, aporta nuevos talentos, nuevas habilidades. Todo el mundo debería tener derecho a tener lo que nosotros tuvimos la oportunidad de tener. Y eso no quiere decir que la gente no tenga que cumplir las normas, pero establezcamos una norma y marquemos una línea, no solo: "Vamos a presentar unos papeles y nos vemos dentro de un cuarto de siglo".

Somos los cuidadores de nuestros hermanos y hermanas. Y tenemos que asumir esa responsabilidad. Y para hacerlo, tienes que votar tus valores. No puedes decir el domingo: "Oh, sí, nos amamos unos a otros, estamos aquí unos para otros, y Dios lo sacrificó todo por mí", y luego darte la vuelta y votar de una manera que perjudica a las personas que no tienen tanto como tú. Sé en las urnas la persona que eres el domingo.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 18 de abril de 2024. 

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