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En medio de la escasez de alimentos, los apagones y las restricciones a la libertad en Cuba, las hermanas católicas y los sacerdotes permanecen firmes en su decisión de acompañar al pueblo en medio de la desesperanza y de denunciar las condiciones que atentan contra la dignidad humana. "Cuando el proyecto de muchos cubanos es irse, que la vida religiosa quiera permanecer es una profecía", manifiesta la Hna. Olimpia González, secretaria de la Conferencia Cubana de Religiosos.

Una hermana católica, abogada fundadora de un centro de asesoría legal para inmigrantes en San Diego, alza su voz frente al futuro incierto de los migrantes y refugiados tras la elección como presidente de Donald Trump. "Me entristece que la dirección de la Iglesia controle quién predica el Evangelio y luego no lo predique. Y así hace que el sonido del silencio resuene como lo han hecho algunas otras cosas", critica la Hna. Ann Durst, religiosa de la Sociedad del Santo Niño Jesús.

Desde la Conferencia de Liderazgo de Religiosas (LCWR) hasta congregaciones locales, las hermanas católicas alertan sobre el impacto en temas como inmigración y cambio climático de una nueva administración Trump. El resultado electoral refuerza el compromiso de sus ministerios con los más vulnerables y con las comunidades. Aunque algunas están en "shock", LCWR invita a una labor de "inclusión y sanación radicales" en el país, mientras que otras rezan para discernir su "papel en los próximos cuatro años". 

En el Centre Afrika de Montreal, Monique Bonnefoy y Rita Toutant, hermanas Misioneras de Nuestra Señora de África, brindan apoyo a inmigrantes africanos y de otros continentes. Tras décadas en misiones en tierras africanas, las 'Hermanas Blancas', como se les conoce, hoy ofrecen acogida, orientación y hospitalidad solidaria a quienes buscan integrarse en una nueva vida en Canadá. 

 

La Iglesia debe enfrentarse, 'más allá del discurso oficial', a cualquier tipo de discriminación, exhorta la Hna. María Cacho, líder en el mundo afrocatólico y facilitadora en el Sínodo de la Sinodalidad. "¿Cómo ser Iglesia sinodal ante el rechazo, la pobreza, el racismo, el etnocentrismo, la indiferencia ante la diversidad cultural, el desprecio y la discriminación del otro por su raza, sexo o religión?", se pregunta la religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. 

El Sínodo de la Amazonía trazó una senda de cambios, desde la creación de nuevas estructuras eclesiales —como la Conferencia Eclesial de la Amazonía— hasta la búsqueda de un rito litúrgico amazónico. Sin embargo, los retos persisten, con los derechos de los pueblos indígenas aún amenazados y la urgencia de proteger al 'pulmón del planeta'. En la búsqueda del papa Francisco de consolidar una Iglesia con "rostro amazónico", las mujeres —entre ellas las hermanas católicas— juegan un papel fundamental. 

La Hna. Josée Ngalula comparte su visión sobre la prevención de abusos en la Iglesia. "El primer paso es combatir esta mentalidad clericalista. Es importante determinar claramente los límites que los sacerdotes no pueden traspasar en sus relaciones con los laicos y las monjas", sostiene y agrega: "Otra parte importante es ayudar a las congregaciones religiosas de mujeres a dejar de pensar erróneamente en sí mismas como 'esposas de Jesús'". 

Las religiosas mexicanas reciben con esperanza la elección de Claudia Sheinbaum, la primera presidenta del país. Aunque celebran este avance, las hermanas católicas expresan cautela ante las promesas gubernamentales de cambio, especialmente en temas de igualdad de género y justicia para las víctimas, basadas en su experiencia con las familias de desaparecidos y el auge de la violencia contra las mujeres.