Cobijo a migrantes: misión de las Hermanas de la Misericordia en Navidad

Vientos de solidaridad en Chicago, EE. UU.

Aminata hace pequeños adornos para un árbol de Navidad de papel de construcción el 13 de diciembre de 2023, en el apartamento que ella y su hermana comparten en Chicago. (Foto: GSR/Dan Stockman)  

Aminata hace pequeños adornos para un árbol de Navidad de papel de construcción el 13 de diciembre de 2023, en el apartamento que ella y su hermana comparten en Chicago. (Foto: GSR/Dan Stockman)  

Traducido por Magda Bennásar

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"En aquellos días, César Augusto promulgó un decreto por el que se debía realizar un censo en todo el mundo... Cada uno viajaba a su propia ciudad para ser empadronado".  (Lucas 2, 1-3). 

Para Elizabeth, este lugar no es su hogar. Al menos, todavía no. Pero está muy agradecida de estar aquí, en un apartamento cálido en vez de en la calle o en algo peor.

El viaje de su familia desde Venezuela —mucho más arduo y peligroso que caminar los 112 kilómetros que separan Nazaret de Belén— comenzó hace más de un año. De hecho, en la Navidad de 2022, estaban tan cerca de su destino, Estados Unidos, que podían verlo desde el otro lado de la frontera mexicana. Sin embargo, aún no podían entrar en el país, porque seguía vigente la controvertida política del Título 42 que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar fuera de Estados Unidos a que se tramitara su petición.

Y las Navidades de aquel año fueron horribles: echaban de menos a la familia que habían dejado atrás, vivían a la intemperie en tiendas de campaña y los niños estaban todos enfermos por el frío y con el sistema inmunitario mermado por haber caminado gran parte de los 4828 kilómetros. 

Finalmente, voluntarios de Médicos Sin Fronteras trataron a los niños y alojaron a la familia en un hotel. En enero cruzaron a Texas, pidieron asilo y fueron trasladados en avión a Nueva York, donde Rosa, la sobrina de Elizabeth (Global Sisters Report solo utiliza el nombre de pila en este informe, ya que sus casos de asilo están pendientes), tuvo fiebre y debió ser hospitalizada. 

Luego fueron trasladados en avión a Chicago, donde vivieron en un refugio hasta el 1 de agosto, cuando todo cambió.

Elizabeth y Angelo descansan en un apartamento de Chicago el 13 de diciembre de 2023. La pareja y varios miembros de su familia, todos de Venezuela, esperan el resultado de sus solicitudes de asilo. (Foto: GSR/Dan Stockman) 

Elizabeth y Angelo descansan en un apartamento de Chicago el 13 de diciembre de 2023. La pareja y varios miembros de su familia, todos de Venezuela, esperan el resultado de sus solicitudes de asilo. (Foto: GSR/Dan Stockman) 

"Y de repente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: 'Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a todos aquellos sobre quienes recae su favor'".
(Lucas 2, 13-14).

Las Hnas. de la Misericordia  JoAnn Persch y Pat Murphy serían las primeras en decir que no son ángeles; pero ellas, junto con Carol Conway, asociada de su comunidad, y docenas de voluntarios y donantes, han trabajado duro para llevar paz y misericordia a los solicitantes de asilo.

En 2014 crearon el Comité Interreligioso para los Inmigrantes Detenidos, y en 2022 ya se estaban dedicando a otras tareas. Entonces empezaron a llegar los autobuses.

En agosto de ese año, el gobernador de Texas Greg Abbott comenzó a enviar autobuses cargados de solicitantes de asilo a ciudades que se habían declarado santuarios para los migrantes.  La oficina de Abbott afirma que ha transportado a más de 50 000 personas al norte:  más de 18 500 a Nueva York, más de 12 500 a Washington D.C. y más de 13 500 a Chicago.

La hermana de la Misericordia JoAnn Persch (de izquierda a derecha), la asociada de la Misericordia Carol Conway y la hermana de la Misericordia Pat Murphy disfrutan de un almuerzo el 13 de diciembre en una de las paradas que hacen cuando visitan a las familias migrantes que patrocinan en Chicago. (Foto: GSR/Dan Stockman) 

La hermana de la Misericordia JoAnn Persch (de izquierda a derecha), la asociada de la Misericordia Carol Conway y la hermana de la Misericordia Pat Murphy disfrutan de un almuerzo el 13 de diciembre en una de las paradas que hacen cuando visitan a las familias migrantes que patrocinan en Chicago. (Foto: GSR/Dan Stockman) 

Funcionarios de la ciudad de Chicago afirman que más de 25 000 inmigrantes han llegado en autobuses desde Texas, y otros 4000 lo han hecho en avión, desbordando los refugios y las ayudas de la ciudad. Associated Press informa que Nueva York ha recibido más de 120 000 solicitantes de asilo. No hay sitio en la posada ni en el refugio, ni en ningún otro sitio. El 1 de diciembre, cuando Chicago inició una gran campaña para acoger a los inmigrantes, más de 1000 vivían en comisarías de policía o en tiendas de campaña en las aceras de estas, preparándose para el brutal invierno de Chicago.

El 14 de diciembre, las autoridades de Chicago dijeron que el número se había reducido a 111 en las comisarías de policía y a otros 228 en el aeropuerto de O'Hare.

Persch y Murphy sabían que tenían que hacer algo, y Conway sugirió apadrinar a una familia. Asociados y hermanas de la Misericordia se comprometieron a hacer aportaciones mensuales para pagar el alquiler, y en octubre de 2022, una madre de Sierra Leona y sus cinco hijos estaban calientes, seguros y secos en un apartamento.

"Es simplemente abrumador. Pero estamos haciendo algo. No es ni siquiera una gota, pero es algo. Hace que sea más fácil dormir por la noche": Carol Conway, asociada de las Hermanas de la Misericordia

 

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Conway dijo que apadrinar a una familia parecía fácil. 

"Una familia, sí podemos hacerlo", recuerda Conway. "Pero requiere no solo conseguir un apartamento, sino amueblarlo, escolarizar a los niños, conseguirles abogados de inmigración. [Persch y Murphy] sabían lo que había que hacer, pero yo no lo sabía", acotó.

"Cuando entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre. Se arrodillaron y le rindieron homenaje. Luego abrieron sus cofres y le ofrecieron regalos de oro, incienso y mirra". (Mateo 2, 11)

Pronto tuvieron una cuenta bancaria y se constituyeron como organización sin ánimo de lucro: Catherine's Caring Cause, en honor a la fundadora de las Hermanas de la Misericordia Catherine McAuley. Hubo baches en el camino, pero, como dice Persch, no aceptaron "un no por respuesta". También tienen amigos en las altas esferas, como el senador Dick Durbin, que asistió al 90 cumpleaños de Murphy. Y conocen a médicos, abogados y particulares que pueden hacer donaciones de 10 000 dólares.

"Dios es muy bueno con nosotras, esa es la verdad", dijo Persch, quien agregó: "Y, conocemos a mucha gente" desde hace mucho tiempo.

Carol Conway, asociada de la comunidad de las Hermanas de la Misericordia, el 13 de diciembre de 2023, muestra una de las salas llenas de donaciones donde los solicitantes de asilo pueden conseguir muebles, ropa, pequeños electrodomésticos y enseres domésticos para sus apartamentos. (Foto: GSR/Dan Stockman) 

Carol Conway, asociada de la comunidad de las Hermanas de la Misericordia, el 13 de diciembre de 2023, muestra una de las salas llenas de donaciones donde los solicitantes de asilo pueden conseguir muebles, ropa, pequeños electrodomésticos y enseres domésticos para sus apartamentos (Foto: GSR/Dan Stockman) 

Persch, de 89 años, y Murphy, de 94, llevan ayudando a los inmigrantes desde la década de 1980, cuando empezaron a atender a personas que huían de la opresión y el terror en Centroamérica. La necesidad nunca pareció detenerse, y ellas tampoco. Sus voluntarios y simpatizantes parece que están dispuestos a acompañarles durante todo el viaje.

"Seguro que cuando tienes una familia, vas a tener dos", dijo Persch. A fecha de 13 de diciembre, tenían alojamiento para 12 adultos y 17 niños, pero eso también estaba a punto de cambiar. "Me olvidé de deciros", dijo Persch a Murphy y Conway, a quienes informó: “Hay una pareja y sus tres hijos alojados en un hotel donde tienen que vender caramelos en la calle y luego entregar el dinero. Nos los llevamos".

Conway afirmó que a pesar de la controversia política sobre la afluencia de inmigrantes —algunos suburbios han prometido rechazar a los solicitantes de asilo—, la gente quiere ayudar, pero a menudo no sabe cómo.

"Es abrumador", afirma Conway. "Pero estamos haciendo algo. Ni siquiera es una gota, pero es algo. Hace que sea más fácil dormir por la noche", añadió.

"Un ángel del Señor se apareció a José en sueños y le dijo: 'Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise. Herodes busca al niño para matarlo'". (Mateo 2, 13)

Isatu y su hermana pequeña Aminata son musulmanas y no celebran la Navidad. Pero en Chicago es difícil escapar de esta fiesta, así que en una tarde dorada de diciembre, Aminata se encuentra en la mesa de la cocina haciendo pequeños adornos de papel para un árbol de Navidad de cartulina. Cerca de ella hay un Corán.

Llegaron a Estados Unidos procedentes de Sierra Leona el 12 de mayo, y llevan en su apartamento proporcionado por Catherine's Caring Cause desde el 1 de octubre, tras una estancia en Ohio y un refugio en el barrio Englewood de Chicago. 

Isatu, junto con su hermana pequeña Aminata, huyeron de Sierra Leona donde se enfrentaron a la mutilación genital femenina y están viviendo en un apartamento en Chicago, vistas aquí el 13 de diciembre de 2023. (Foto: GSR/Dan Stockman) 

Isatu, junto con su hermana pequeña Aminata, huyeron de Sierra Leona donde se enfrentaron a la mutilación genital femenina y están viviendo en un apartamento en Chicago, vistas aquí el 13 de diciembre de 2023. (Foto: GSR/Dan Stockman) 

Como la Sagrada Familia, Isatu, de 22 años, y Aminata, de 10, huían de un terror dirigido contra ellas: la sociedad Bundu en la que vivían exige la mutilación genital femenina.

¿Cómo fue vivir bajo esa amenaza?

"Pensaba que iba a perder la vida o a no poder tener un hijo", dijo Isatu. 

Así que Isatu lo dejó todo y huyó de Sierra Leona con Aminata, renunciando a su familia, a sus amigos y a todo lo que conocía. Pero ahora ella y su hermana pequeña están a salvo, y Aminata, de quinto curso, puede pensar en el libro que está leyendo, Diario de un niño travieso

"Valió la pena", dijo Isatu. 

Es difícil pensar en el futuro cuando tienes que preocuparte por las solicitudes de asilo y la ley de inmigración y por cómo ganarte la vida cuando no puedes trabajar legalmente, pero Isatu sabe lo que quiere hacer cuando estén realmente asentadas.

"Quiero estudiar Medicina y ayudar a las niñas de mi país", dice.

Los adornos del árbol de Navidad de Elizabeth y Angelo fueron donados, por lo que algunos todavía tienen las fotos de archivo que tenían cuando los compraron. (Foto: GSR/Dan Stockman)  

Los adornos del árbol de Navidad de Elizabeth y Angelo fueron donados, por lo que algunos todavía tienen las fotos de archivo que tenían cuando los compraron. (Foto: GSR/Dan Stockman)  

"Por tanto, se levantó, tomó al niño y a su madre, y partió aquella noche para Egipto, donde permanecieron hasta la muerte de Herodes". (Mateo 2, 15)

El viaje de Belén a Egipto es de más de 643 kilómetros, y el terreno es implacable. 

La Brecha o Tapón del Darién es solo un camino de 96 kilómetros en la frontera entre Colombia y Panamá, pero es un tramo de selva impenetrable y montañas de 1000 metros, cortado por ríos que de repente pueden convertirse en furiosos torrentes. No hay carreteras —es el único vacío en la carretera Panamericana— ni puentes; ni servicio de telefonía móvil ni comida; ni agua potable. El calor y la humedad son durísimos.

No hay médicos por si te hieren, lo que es una posibilidad real en el paisaje fangoso y montañoso, o para tratarte cuando enfermas por beber de un arroyo contaminado. Pero hay bandas armadas y delincuentes que roban, violan y matan a los emigrantes que logran cruzar. Cientos han muerto en el intento.

Incluso si consiguen llegar a la civilización, las condiciones son desoladoras: Bajo Chiquito, Panamá, el primer asentamiento que encuentran los emigrantes tras salir de la selva, es un pueblo minúsculo. Las agencias humanitarias han establecido allí centros de ayuda, pero los recursos, como baños y agua potable, son limitados. Las autoridades calculan que hasta 500 000 personas han hecho el viaje este año, desbordando los servicios en ambos extremos del camino. 

Elizabeth y su familia tardaron tres días en cruzar, pero se puede demorar 10 días o más. 

"Fue terrible", dijo Elizabeth. 

Pero lo consiguieron, y aunque su apartamento no es suyo, sus muebles donados, al igual que gran parte de su comida —uno de los adornos navideños de su árbol aún tiene la foto de archivo que venía de la tienda—, están seguras y calentitas. Elizabeth y su marido Angelo están trabajando y saben que tendrán oportunidades que no existen en Venezuela: la tasa de inflación allí —la peor del mundo— fue de más del 400 % en 2017, de más del 45 000 % en 2018 y del 146 000% en 2019.

"Estamos muy contentos, seguros y agradecidos", dijo Elizabeth, con Murphy de traductora. "Estamos agradecidos de estar aquí por fin para celebrar la Navidad... Aquí se está mucho mejor", expresó.

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 21 de diciembre de 2023. 

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