Un lugar mariano en Bosnia donde "todo es posible"

Nuestra Señora de Medjugorje, concurrido santuario de oración, renovación espiritual y fe

Peregrinos en el santuario mariano de Medjugorje (Bosnia y Herzegovina) rezan en la iglesia de Santiago Apóstol. Alrededor de un millón de visitantes recibe el lugar cada año. (Foto: GSR /Chris Herlinger)

Peregrinos en el santuario mariano de Medjugorje (Bosnia y Herzegovina) rezan en la iglesia de Santiago Apóstol. Alrededor de un millón de visitantes recibe el lugar cada año. (Foto: GSR /Chris Herlinger) 

Chris Herlinger

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Traducido por Carmen Notario

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Nota de la editora: Este reportaje forma parte de una serie ocasional de historias y columnas sobre santuarios y devociones marianas, y cómo las hermanas católicas están conectadas con ellos. 

Las Hnas. Adriana Galić (izquierda) y Jelena Hrkać, de las Hermanas Escolares de San Francisco de Cristo Rey, rezan en la iglesia de Santiago Apóstol en el santuario mariano de Medjugorje. (Foto: GSR /Chris Herlinger)

Las Hnas. Adriana Galić (izquierda) y Jelena Hrkać, de las Hermanas Escolares de San Francisco de Cristo Rey, rezan en la iglesia de Santiago Apóstol en el santuario mariano de Medjugorje. (Foto: GSR /Chris Herlinger) 

Vienen de todo el mundo para rendir homenaje a Nuestra Señora de Medjugorje, una advocación de la Virgen María, la madre de Jesús, cuyas apariciones —dicen los testigos— comenzaron en junio de 1981.

Seis niños —ahora adultos-— dicen haber presenciado las apariciones. Desde entonces, un millón de peregrinos acuden cada año a este santuario mariano, situado en un pueblo a 25 kilómetros al suroeste de la ciudad de Mostar, en Bosnia y Herzegovina.

Cuando viajé a Medjugorje, a principios de diciembre, acompañado por las Hnas. Adriana Galić y Jelena Hrkuc, Hermanas Escolares de San Francisco de Cristo Rey en Mostar, el día estaba húmedo y nublado, dando una impresión algo grisácea. Solo unos pocos peregrinos paseaban por el recinto.

Aun así, pasar una tarde en Medjugorje es sentirse conectado con el espíritu y las posibilidades de la presencia de Dios, algo que celebrar ahora que los cristianos se acercan a la Pascua.

Religiosos y religiosas hablan de la calidad especial de lo que llaman espiritualidad de Medjugorje.

"Medjugorje es de gran importancia para la vida de la Iglesia aquí", explicó el franciscano Fr. Svetozar Kraljević en Mostar. "Significa mucho para los católicos en muchos sentidos. Hay una chispa de lo que podría ser: el deseo del ser humano de cumplir sueños", apuntó.

"[Aquí] te encuentras contigo mismo de una manera nueva", agregó la Hna. Galić. 

El Vaticano no ha afirmado ni descartado los informes de apariciones o milagros en Medjugorje. El papa Francisco autorizó en 2019  a las organizaciones católicas a organizar peregrinaciones allí, pero advirtio que las supuestas apariciones necesitaban más investigación. Los resultados de una comisión vaticana que el papa Benedicto XVI conformó en 2010 para investigar las afirmaciones no se han hecho públicas. 

Las religiosas de las Hermanas Escolares de San Francisco de Cristo Rey Janja Boras (a la izquierda) y Ljilja Pehar —en el convento de la congregación, en Mostar— dicen que sus vidas han cambiado para siempre por las experiencias y la espiritualidad de Medjugorje. (Foto: GSR /Chris Herlinger)

Las religiosas de las Hermanas Escolares de San Francisco de Cristo Rey Janja Boras (a la izquierda) y Ljilja Pehar —en el convento de la congregación, en Mostar— dicen que sus vidas han cambiado para siempre por las experiencias y la espiritualidad de Medjugorje. (Foto: GSR /Chris Herlinger) 

Una de las hermanas que habla de las muchas dimensiones de la experiencia de Medjugorje es Sor Janja Boras, de 75 años, quien también es de las Hermanas Escolares de San Francisco de Cristo Rey en Mostar.

Ella cree que las peregrinaciones a Medjugorje están marcadas en gran medida por "milagros más espirituales que físicos", siendo el lugar un sitio de confesión y renovación para los muchos peregrinos que visitan la aldea en la cima de la colina.

Boras detalla que la espiritualidad de Medjugorje tiene elementos de ayuno, oración, deseo de reconciliación y búsqueda de la paz.

La Hna. Ljilja Pehar, quien dirige los seminarios para los feligreses de Mostar —y que también pertenece a la Escuela Hermanas de San Francisco de Cristo Rey—, afirmó que en ellos las conexiones entre la espiritualidad, el ayuno, la oración y el silencio se establecen con la conciencia de que "una plenitud de alegría es solo lo que Dios puede proporcionar".

La espiritualidad resuena en todas las experiencias de vida de las hermanas que trabajan y viven en la proximidad de Medjugorje.

El santuario mariano de Medjugorje, un pueblo a 25 kilómetros al suroeste de la ciudad de Mostar, en Bosnia y Herzegovina, incluye este espacio público. (Foto: GSR/Chris Herlinger)

El santuario mariano de Medjugorje, un pueblo a 25 kilómetros al suroeste de la ciudad de Mostar, en Bosnia y Herzegovina, incluye este espacio público. (Foto: GSR/Chris Herlinger) 

Ese es ciertamente el caso de Boras, quien contó que su propio sentido de llamada se ha profundizado gracias a sus experiencias con Medjugorje.

"Aunque soy monja y cristiana, he cambiado: estoy dispuesta a entregar mi vida a Cristo", expresó Boras, quien agregó que esta voluntad la siente ahora más plenamente que antes de los milagros de 1981.

Sin embargo, esos milagros la han tocado personalmente, aseveró.

Los testimonios de avistamientos de María "le llegaron como un trueno" a ella y a otras personas en medio de un creciente descontento a principios de la década de 1980 con el régimen dirigido por los comunistas en la antigua Yugoslavia.

"El comunismo oprimía a los que creían", dijo.

Los visitantes del santuario mariano de Medjugorje, en Bosnia y Herzegovina, rinden homenaje a una estatua de Cristo crucificado cerca de una zona contemplativa que representa el Vía Crucis. (Foto: GSR /Chris Herlinger) ear a contemplative area depicting the Stations of the Cross.

Los visitantes del santuario mariano de Medjugorje, en Bosnia y Herzegovina, rinden homenaje a una estatua de Cristo crucificado cerca de una zona contemplativa que representa el Vía Crucis. (Foto: GSR /Chris Herlinger) 

Los seis niños —dos varones y cuatro niñas— que dijeron haber experimentado las apariciones afirmaron que la figura se dirigió a ellos y les habló de ser "la reina de la paz", y también de venir a dar testimonio de que "Dios existe", un bálsamo para los católicos que habían sufrido bajo el régimen comunista.

Intrigada por los testimonios, Boras acabó reuniéndose con los niños en los años ochenta, a ninguno de los cuales conocía. Uno de ellos, un varón, le contó que la figura le dijo: "Dile a Janja que su madre está conmigo". La madre de Boras había muerto al dar a luz a su hija.

"Fue como un saludo", dijo Boras —en una entrevista en el convento de la congregación de Mostar—, quien ni siquiera había visitado la tumba de su madre hasta que tuvo 15 años. "Me dio mucha satisfacción, porque mi madre no había estado en mi vida", expresó y agregó: "Sentí que la Virgen me recompensaba".

Finalmente, Boras pasó 14 años en Medjugorje, cinco de ellos haciendo labores parroquiales y ocho en un convento. Todavía siente "con el alma, el cuerpo y el espíritu" que todo su ser "sigue allí".

"He dejado Medjugorje, pero nunca me ha abandonado", dijo.

La hermana Boras siente el poder del lugar —y de María— al recordar las guerras de los años 90 en Bosnia y los países vecinos, diciendo que Nuestra Señora "gritaba" y les "rogaba" que la ayudaran en los esfuerzos por combatir el mal en esas guerras.

"Satanás nunca está en paz", dijo y añadió: "[Pero, por el contrario], la Virgen vencerá, porque es la esposa del Espíritu Santo".

La Virgen también destaca por la importancia que da a la realización de obras de misericordia. Sin conciencia de ello, dijo Pehar, "rezar y ayunar es en vano [porque] todo está conectado". Y parte de esa conexión es "ayudar a otros necesitados".

La Hna. Romana Hutnyk (a la derecha), una hermana ucraniana y miembro de las Hermanas de la Orden de San Basilio el Grande, aparece aquí, en febrero, con la Hna. Lucía Murashko en un monasterio congregacional en Zaporizhzhia, Ucrania. (Foto: GSR/Chris Herlinger)

La Hna. Romana Hutnyk (a la derecha), una hermana ucraniana y miembro de las Hermanas de la Orden de San Basilio el Grande, aparece aquí, en febrero, con la Hna. Lucía Murashko en un monasterio congregacional en Zaporizhzhia, Ucrania. (Foto: GSR/Chris Herlinger) 

Esa conciencia sustenta todo tipo de encuentros y peregrinaciones a Medjugorje. Sor Romana Hutnyk, de 54 años, hermana ucraniana y miembro de las Hermanas de la Orden de San Basilio el Grande, visitó por primera vez el lugar durante la Navidad de 2019 como regalo de viaje de una amiga.

Aunque dijo que es "muy cuidadosa con las visiones", en el sentido de que no siempre confía en ellas, después de unos días en el lugar de Medjugorje sintió que estaba en un lugar especial, y "después de eso, había visto otro mundo".

"Para mi sorpresa, me abrió otro mundo, otro espíritu", dijo Hutnyk sobre los días de oración, descanso y contemplación. La hermana encontró la experiencia de la oración y la devoción como algo cómodo y reconfortante. "Descubrí partes de mí misma que no había visto antes", me dijo durante una entrevista reciente en un monasterio congregacional de Zaporizhzhia (Ucrania).

El tiempo en 2019 sentó las bases para una experiencia posterior: un año sabático en 2023 en el que visitó Medjugorje para la oración y el silencio, en marzo, y luego otra vez en diciembre. Lo que ella encontró particularmente afirmador fue estar entre aquellos que practican las devociones, no solo hermanas sino todos los peregrinos.

Aunque también visitó en el pasado los santuarios marianos de Lourdes y Fátima, Hutnyk dijo que prefiere la sensación de tranquilidad y naturaleza que encontró en Medjugorje, al menos durante los meses de su visita. En verano, Medjugorje también puede estar abarrotado, como Lourdes y Fátima la mayor parte del año.

Lo más importante para ella es la conexión con María. Hutnyk dijo que en Medjugorje quería estar "donde está la madre". "Todo el mundo necesita una madre", remarcó.

Hutnyk me dijo que no necesita tener una visión de María. "Soy devota de ella. Cuando era más joven, rezaba solo a Jesús, pero ahora rezo tanto a Jesús como a la madre de Dios, así como a los santos", manifestó.

Este lugar de paz ha sido durante mucho tiempo uno de peregrinación para muchos ucranianos, tanto antes como durante la actual invasión a gran escala por parte de Rusia. Pero ahora, dijo, dadas las circunstancias actuales del país, Medjugorje promueve "la oración, el espíritu y la fe". 

Kristina Pehar trabaja como terapeuta en un refugio y hogar para madres solteras y mujeres que han sufrido violencia doméstica, apoyado por las Hermanas Escolares de San Francisco de Cristo Rey en Medjugorje. (Foto: GSR/Chris Herlinger)

Kristina Pehar trabaja como terapeuta en un refugio y hogar para madres solteras y mujeres que han sufrido violencia doméstica, apoyado por las Hermanas Escolares de San Francisco de Cristo Rey en Medjugorje. (Foto: GSR/Chris Herlinger) 

Y añadió: "'¡Rezad, rezad, rezad!', nos pide la Madre de Dios. Cuando rezamos de verdad, profundamente, comprendemos mejor lo que debemos hacer y cómo debemos hacerlo".

La oración es la piedra angular de Medjugorje, pero de ella surgen otras prácticas. Esta es la razón por la que las Hermanas de la Escuela también apoyan los esfuerzos para ayudar a los demás. Medjugorje no es solo un lugar sagrado, sino también un lugar donde hay necesidades reales.

Las hermanas apoyan un refugio y hogar para madres solteras y mujeres que han sufrido violencia doméstica. La casa comenzó durante la guerra de los años 90, con necesidades crecientes para ayudar a las afectadas por la violencia imperante en la época.

"Creo que Nuestra Señora querría una casa así aquí", me dijo Kristina Pehar, terapeuta de la casa.

Ahora hay seis mujeres en el hogar; aunque hay sitio para 15. Una de las piedras angulares del proyecto es ayudar a las mujeres a obtener unos pequeños ingresos fabricando artesanía para venderla a los numerosos peregrinos que visitan Medjugorje.

"Cuando la gente oye hablar de nuestro trabajo, piensa que es un milagro", dice Pehar. "Realmente creemos que la Virgen está aquí", añade.

Dicho de otro modo: "Con Dios", dijo Boras, "todo es posible".

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 28 de marzo de 2024. 

This story appears in the Marian Shrines and Devotions feature series. View the full series.

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