Una participante en el Sínodo describe el proceso del papa Francisco como un “respiro” para la Iglesia mundial

La hermana dominica Patricia Wormann (con chaqueta blanca), delegada de los religiosos de la arquidiócesis de Newark, Nueva Jersey, facilita una sesión de escucha del Sínodo con las Hermanas Felicianas de Lodi, Nueva Jersey. (Foto: cortesía de Donna Ciangio)

La hermana dominica Patricia Wormann (con chaqueta blanca), delegada de los religiosos de la arquidiócesis de Newark, Nueva Jersey, facilita una sesión de escucha del Sínodo con las Hermanas Felicianas de Lodi, Nueva Jersey. (Foto: cortesía de Donna Ciangio)

Traducido por Magda Bennásar

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El nuevo proceso del Sínodo de los Obispos del papa Francisco se parece mucho a un cuerpo vivo que lleva a cabo tanto una “inspiración” como una “espiración”, en este caso realizadas por los miembros de la Iglesia, según explicó la Hna. María Cimperman, una de las 40 religiosas presentes en la asamblea que se llevará a cabo en Roma del 4 al 29 de octubre.

Cimperman, teóloga estadounidense y miembro de las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, desmenuzó el proceso sinodal para los miembros de los grupos centrales de religiosos y religiosas de todo el mundo, con sede en Roma, en una sesión informativa celebrada el 14 de septiembre.

El acto fue retransmitido en directo para los miembros de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) femenina y la Unión de Superiores Generales (USG) masculina, y fue la primera de las tres reuniones en línea previstas.

La presentación inicial ofreció a los participantes una visión panorámica de las novedades del Sínodo, un tipo de reunión en la que las votaciones estaban reservadas anteriormente a los obispos, pero que el papa Francisco ha abierto esta vez para incluir a laicos, clérigos, así como a religiosas y religiosos. Algunos obispos han descrito los sínodos del pasado como formas colegiadas de gobernar como Iglesia. Y el actual puede tener el mismo objetivo, pero con una participación algo más amplia de los miembros de la Iglesia.

 Hna. María Cimperman del Sagrado Corazón. (Foto: cortesía Byron Photography)

 Hna. María Cimperman del Sagrado Corazón. (Foto: cortesía Byron Photography)

Por primera vez, los miembros de la Iglesia que no son obispos, incluidas las mujeres, podrán votar en lo que el papa ha descrito, según Cimperman, como un “caminar juntos”, aunque los prelados sigan teniendo la mayoría de los votos. Las cifras presentadas por la oficina sinodal en julio muestran que entre los 378 participantes de la asamblea, 85 son mujeres. Cimperman es una de las casi 40 religiosas que participarán; pero como experta y facilitadora, no está entre las que pueden votar.

Sin embargo, el proceso sigue allanando un camino de continuidad  de la renovación iniciada por el Concilio Vaticano II, dijo Cimperman, llamando a toda la Iglesia a participar con los dones que cada miembro ha recibido del Espíritu Santo y que el papa Francisco está instando.

“Está tratando de ayudarnos a ver la sinodalidad como la forma ordinaria de proceder de la Iglesia, en lugar de reservarla simplemente para las grandes decisiones del cuerpo de la Iglesia”, dijo Cimperman y añadió: “El papa intenta ayudar a la Iglesia a experimentar una forma de caminar juntos y en la que el pueblo escucha y es escuchado”.

La religiosa agregó que esto requerirá una conversión pastoral y misionera que implicará “renovar mentalidades, actitudes, prácticas y estructuras” para que la Iglesia pueda “ser más fiel a su vocación”.

Es un camino que ha cosechado su cuota de crítica con algunos como el cardenal emérito estadounidense Raymond Burke, quien dijo en el prólogo de un libro publicado en agosto  que ha causado confusión, error y división.

Pero la confusión también surge de lo que dicen los detractores del Sínodo, aseveró la hermana María Elena Romero, una clarisa capuchina de Wilmington, Delaware, quien dice que ha estado rezando por el papa —y por los que participarán en persona— para que escuchen el proceso inspirados por el Espíritu Santo sin el ruido de fuera. Como hermana contemplativa que no tiene acceso a las noticias, es difícil filtrar lo que la gente dice que es y no es el Sínodo y lo que se está decidiendo, dijo Romero, quien agregó que incluso viviendo en una comunidad contemplativa se oyen afirmaciones cuya veracidad resulta incierta.

 “[El papa] está tratando de ayudarnos a ver la sinodalidad como la forma ordinaria de proceder de la Iglesia en lugar de reservarla (…) para las grandes decisiones”: Hna. María Cimperman #GSRenespañol  #HermanasCatólicas #SínodoDeObispos #Sinodalidad2023

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La Hna. Patricia Murray, secretaria ejecutiva de la UISG, dijo en su introducción a la reunión virtual que el proceso es “como todos los viajes”, en los que se encuentran periodos de marcha apacible y obstáculos ocasionales.

“Empiezas con cierta inquietud preguntándote qué te espera”, dijo Murray, miembro del Instituto de la Santísima Virgen, también conocido como las Hermanas de Loreto.

Pero las dos uniones internacionales de religiosas y religiosos —UISG y USG, respectivamente— se han tomado “muy en serio este compromiso”, dijo, y agregó que se embarcarán en un proceso propio para vivir la llamada del papa a caminar juntos.

Cimperman explicó que desde los inicios de este Sínodo, que comenzó en 2021, ha habido un ir y venir, un respirar dentro y fuera, en forma de hacer preguntas y recibir respuestas entre los funcionarios del Vaticano y el pueblo de Dios de todo el mundo, incluidos los católicos que ya no practican la fe.

Algunas de esas respuestas han llegado de los lugares que cabría esperar, como las parroquias, y también de comunidades contemplativas como en la que vive Romero. Pero también han venido de lugares y personas de las “periferias”, como le gusta decir al papa Francisco, e incluyen comunidades fronterizas, campos de refugiados y miembros de la comunidad LGBTQ+.

“Lo que estamos viendo, una vez más, es algo único”, aseveró Cimperman, con el Vaticano haciendo preguntas a las comunidades pequeñas y después a las grandes, seguido de un proceso de escucha de esas respuestas y la oración en la Santa Sede. La religiosa explicó que luego continuaron con reuniones continentales más grandes, generadoras de otras respuestas que “un grupo de expertos leyó, reflexionó, oró y discernió juntos” y que ahora han dado lugar a la asamblea ampliada.

Se trata de un proceso natural para las comunidades religiosas, que suelen recurrir al “discernimiento comunitario” a la hora de tomar decisiones que afectan al grupo más amplio, aclaró Cimperman.

“De cara al futuro, tienen mucho que ofrecer... en sus iglesias y ministerios, compartiendo algunas de nuestras prácticas y, a la vez, mucho que ganar con las experiencias de los demás”, añadió.

A quienes participaron en las presentaciones para comunidades religiosas —con encuentros virtuales adicionales programados para los días 25 y 29 de septiembre— se les pidió que reflexionaran sobre conceptos clave que conforman el tema del próximo sínodo, Hacia una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión.

Un grupo de monjas benedictinas del monasterio de Fahr, cerca de Basilea (Suiza), piden el “voto para las mujeres católicas” en el Vaticano durante el Sínodo de Obispos de octubre de 2019 para la Amazonia. (Foto: Deborah-Rose Milavec)

Un grupo de monjas benedictinas del monasterio de Fahr, cerca de Basilea (Suiza), piden el “voto para las mujeres católicas” en el Vaticano durante el Sínodo de Obispos de octubre de 2019 para la Amazonia. (Foto: Deborah-Rose Milavec)

La presentación del 14 de septiembre se centró en la comunión, y la Hna. Hermelinda Carbajal, misionera de Mater Misericordae de México, quien ahora vive en Madrid, dijo que ella le hizo pensar en su papel de apoyo a otras congregaciones religiosas. A menudo, las comunidades se centran en el mundo que les rodea, en sus carismas, pero es necesario llegar a otros religiosos, hermanos y hermanas, incluidos aquellos que enfrentan situaciones difíciles, dijo durante una sesión de grupos pequeños de hispanohablantes de varios países y congregaciones.

“Cada vez más nos hacemos mayores; tenemos mucho trabajo que requiere nuestra atención, pero hay otros que necesitan ayuda y eso me ha resonado”, añadió la Hna. Nilka Cerezo, de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada de Colombia. “Tenemos que abrirnos a otros carismas, incluidos los de congregaciones que están desapareciendo”, apuntó.

Pero también mencionaron la necesidad de abrirse a los demás en su entorno, porque algunas hermanas —aseveraron— habían sido educadas de cierta manera y tal vez por eso no pensaban en tender la mano a algunas de las personas marginadas de las que habla el papa, incluidas las personas LGBTQ+ que atraviesan momentos difíciles.

Independientemente de que los miembros de las comunidades religiosas participen en persona en Roma, en actos locales o por internet, Cimperman afirmó que para que el Sínodo funcione necesitará el impulso de la oración.

“Sin oración, todo está perdido”, dijo y agregó: “Así que les pedimos a todos ustedes, a nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo, que recen. Rezamos por esta obra”.

Romero indicó que aunque las hermanas contemplativas como ella no puedan asistir en persona, tienen intención de formar parte del caminar juntas con la “fuerza silenciosa” de la oración.

“Aunque la gente no nos vea, hay una gran fuerza en la oración y allí estaremos”, dijo.

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 20 de septiembre de 2023. 

This story appears in the Synod on Synodality feature series. View the full series.

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