Religiosas y misioneros laicos evangelizan a pandillas juveniles en México

La Hna. Sandra López García charla con algunos miembros de la banda Los Monckis durante el pasado mes de mayo. Tanto la hermana como el equipo de laicos misioneros realizan semanalmente estas visitas en Monterrey, México.  (Foto: Nuri Vallbona)

La Hna. Sandra López García charla con algunos miembros de la banda Los Monckis durante el pasado mes de mayo. Tanto la hermana como el equipo de laicos misioneros realizan semanalmente estas visitas en Monterrey, México. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

Luis Donaldo González

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La Hna. Sandra López García busca un lugar para estacionarse en una calle poco iluminada de uno de los barrios de Monterrey, México. Necesita un lugar cercano para evitar el posible robo de la batería de su coche. Va acompañada de un equipo de misioneros laicos y de la Hna. sanjuana Morales Nájera, con quienes realiza su visita semanal a Los Monckis, una banda de muchachos entre los 7 y los 26 años.

Las hermanas y los misioneros se reúnen con los muchachos en la calle, debajo de más de una docena de pares de tenis que cuelgan de los cables de electricidad. A lo lejos se puede escuchar música ranchera. Mientras las hermanas de la Compañía María de Nazareth se acercan a los jóvenes, ellos las reciben con saludos y sonrisas. 

López García no se refiere a estos chicos como pandilleros, sino como “chavos banda” o bandas juveniles que no están vinculadas a los cárteles de la droga. Estos grupos, dijo, pelean con piedras y no con armas de fuego. Muchos no venden drogas, aunque el abuso de sustancias es común entre ellos, continuó.

Fernando Barrientos, de 20 años, uno de Los Monckis, llama con emoción a López García para mostrarle su teléfono con las últimas fotos de su hijo Liam.

“Cuando vienen los misioneros y las hermanas y hablan conmigo de eso, de la Palabra de Dios y todo eso, es algo que me motiva”, dijo Barrientos al mismo tiempo que mostraba un tatuaje con la fecha de nacimiento de Liam. “Me da pa arriba, me hacen cambiar de página”, alegó.

  • La Hna. Sanjuana Morales Nájera, de izquierda a derecha, y la Hna. Sandra López García saludan a Eduardo López Sánchez, de 8 años, y a su tía, Yolanda Martínez, durante una visita a su colonia en Monterrey, México. Las hermanas y el equipo de laicos misioneros atienden semanalmente a las pandillas juveniles de la ciudad. (Foto: GSR/Nuri Vallbona).

    La Hna. Sanjuana Morales Nájera, de izquierda a derecha, y la Hna. Sandra López García saludan a Eduardo López Sánchez, de 8 años, y a su tía, Yolanda Martínez, durante una visita a su colonia en Monterrey, México. Las hermanas y el equipo de laicos misioneros atienden semanalmente a las pandillas juveniles de la ciudad. (Foto: GSR/Nuri Vallbona).
     

  • La Hna. Sanjuana Morales Nájera visitando a Los Monckis, una banda juvenil de Monterrey, México. La misión de su comunidad religiosa es evangelizar y atender a los jóvenes. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    La Hna. Sanjuana Morales Nájera visitando a Los Monckis, una banda juvenil de Monterrey, México. La misión de su comunidad religiosa es evangelizar y atender a los jóvenes. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

     

  • La Hna. Sandra López García escucha a Fernando Barrientos, uno de los de Los Monckis, quien le cuenta sobre su hijo recién nacido llamado Liam, durante una de las visitas semanales que la religiosa y los laicos misioneros realizan a esta banda juvenil en Monterrey, México. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    La Hna. Sandra López García escucha a Fernando Barrientos, uno de los de Los Monckis, quien le cuenta sobre su hijo recién nacido llamado Liam, durante una de las visitas semanales que la religiosa y los laicos misioneros realizan a esta banda juvenil en Monterrey, México. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

  • Fernando Barrientos, miembro de Los Monckis, narra lo que la Hna. Sandra López García y el equipo de laicos misioneros significan para él. “Me inspiran; me motivan”, dice de las hermanas durante una de las visitas semanales a la banda juvenil en Monterrey, México. “Me da pa arriba, me hacen cambiar de página”, afirma.  (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    Fernando Barrientos, miembro de Los Monckis, narra lo que la Hna. Sandra López García y el equipo de laicos misioneros significan para él. “Me inspiran; me motivan”, dice de las hermanas durante una de las visitas semanales a la banda juvenil en Monterrey, México. “Me da pa arriba, me hacen cambiar de página”, afirma. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

  • Fernando Barrientos, miembro de Los Monckis, muestra a la Hna. Sandra López García un tatuaje dedicado a su hijo Liam, durante una de sus visitas semanales al lugar de reunión de la banda juvenil en Monterrey, México.  (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    Fernando Barrientos, miembro de Los Monckis, muestra a la Hna. Sandra López García un tatuaje dedicado a su hijo Liam, durante una de sus visitas semanales al lugar de reunión de la banda juvenil en Monterrey, México. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

  • La Hna. Sanjuana Morales Nájera despidiéndose de Los Monckis, mientras se prepara para visitar a otra de las bandas juveniles en las calles de Monterrey, México, en mayo. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    La Hna. Sanjuana Morales Nájera despidiéndose de Los Monckis, mientras se prepara para visitar a otra de las bandas juveniles en las calles de Monterrey, México, en mayo. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

La religiosa asegura que en las calles es donde se ha encontrado con Jesús. Por eso ella y el equipo de misioneros evangelizan a las bandas que encuentran día a día en entre los barrios de Monterrey. Su misión, dice, es ofrecer acompañamiento espiritual y tratar de mantener a los chavos alejados de las drogas y de la violencia. 

Esta pasión se despertó en ella a los 16 años, cuando acompañó a las hermanas de la Compañía María de Nazareth durante sus visitas a las bandas en Chiapas, su lugar de nacimiento. Cuando la misión terminó y las hermanas regresaron a Monterrey, López García se fue junto con ellas.

 “Ahí fue cuando dije: ‘Quiero vivir como ellas’”, aseveró López García y añadió: “Yo quería ser como las hermanas”. 

López García comenzó su apostolado en Monterrey como misionera laica de tiempo completo en 2004. Sin embargo, un año más tarde, ingresó en la comunidad religiosa, en donde profesó sus votos perpetuos en el 2014. Estudió Psicología con la intención de servir a los más necesitados, al mismo tiempo que trabajaba con los grupos de misioneros y colaboraba con la formación de las novicias.

“La primera vez que salí a las calles sentí miedo, pues encontramos a un chico al que apodaban Rogan y que tenía fama de ser peligroso”, recordó la hermana. “Él se sorprendió de que le saludáramos y nos preguntó si creíamos que él era malo. Uno de los misioneros le dijo que no, y le aseguró que Dios lo amaba. Rogan comenzó a llorar pues nos dijo que nunca nadie le había dicho algo igual”, apuntó. 

Este primer impacto provocó un cambió radical en la vida de López García. Ella dice haber sentido pesar de que muchas veces se había cruzado con pandilleros y nunca les dijo que Dios les amaba. 

Sin embargo, en aquel momento decidió consagrar su vida para que muchachos como Rogan no mueran sin escuchar que son amados por Dios. 

“Dios me llamó en la banda”, dijo López García.

La Hna. Sandra López García habla con Luis Alberto Pérez, de 16 años, quien es miembro de Los Monckis, durante una de las visitas semanales a los “chavos banda” —o pandillas juveniles— que ella realiza junto con el equipo de laicos misioneros en las calles de Monterrey, México. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

La Hna. Sandra López García habla con Luis Alberto Pérez, de 16 años, quien es miembro de Los Monckis, durante una de las visitas semanales a los “chavos banda” —o pandillas juveniles— que ella realiza junto con el equipo de laicos misioneros en las calles de Monterrey, México. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

La zona metropolitana de Monterrey rondaba los 5.3 millones de habitantes en 2020, según el portal gubernamental Data México. Sin embargo, es imposible saber con exactitud cuántas bandas existen en el área debido a que algunas duran pocos años, mientras que otras son heredadas de generación en generación, dijo José Luis Guerra Castañeda, sacerdote asesor de Raza Nueva en Cristo, un grupo de atención pastoral para miembros de las bandas. 

Para él, tanto la familia disfuncional como la violencia son algunas de las razones por las cuales los chavos salen de su casa para buscar compañía y seguridad en la banda.

“La banda se convierte para ellos en su espacio de seguridad”, dijo Guerra Castañeda y agregó: “Algunos piensan: ‘En mi casa me golpean y aquí no’. Por eso se quedan en la banda”.

Aun con todo, son muy pocos los “chavos banda” que dan el paso a ingresar en alguno de los cárteles de la droga, pues cuando lo hacen ya no pueden salir, señaló Guerra Castañeda. “La salida es la cárcel o la muerte”, acotó.

Guerra Castañeda se refiere al trabajo de las hermanas y de los misioneros como algo más que estratégico. “Lo veo como una necesidad”, dijo. “Es una necesidad primordial que los chicos estén acompañados”, aseveró.

La pobreza es otro de los factores que hacen que los jóvenes se unan a las bandas. Así se puede ver en la parroquia de Santa Filomena, uno de los lugares de misión de las hermanas, que se ubica en un sector de clase socioeconómica baja, explicó José Gonzalo Chaires Acosta, el párroco. La realidad y los retos que aquí se presentan favorecen mucho para [que surja] el pandillerismo, la drogadicción, el desempleo y la inseguridad, dijo.

El sacerdote enalteció el deseo de las hermanas “de salir de los templos e ir al encuentro del hermano que padece. [Por eso] la comunidad ya conoce su trabajo y les tiene un gran aprecio”.

Desde su fundación hace 30 años, el carisma de la Compañía María de Nazareth se ha centrado en acompañar y evangelizar a jóvenes, adolescentes y niños en situación de drogadicción, pandillerismo o violencia.

Cuando las hermanas se encuentran con los miembros de alguna banda por primera vez, toman su mano, los ven a los ojos y les dicen: Ustedes son “valiosos e importantes”, dijo la Hna. Guillermina Burciaga Mata, fundadora de la comunidad. “No importa lo que hayan hecho, a ustedes Dios los ama”, añade.

“Una vez que nos conocen, pedimos permiso para regresar a donde ellos están”, dijo Burciaga Mata, enfatizando el respeto que sienten por los “chavos banda”.

El carisma de las hermanas atrae la atención de laicos misioneros, quienes ahondando en su propia vida, deciden comprometerse para esta misión.

La laica misionera Josseline Montes Jiménez, a la derecha, enseña algunas aclamaciones religiosas a los miembros de Los Monckis durante una de las visitas a la banda en Monterrey, México, el pasado mes de mayo. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

La laica misionera Josseline Montes Jiménez, a la derecha, enseña algunas aclamaciones religiosas a los miembros de Los Monckis durante una de las visitas a la banda en Monterrey, México, el pasado mes de mayo. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

“Yo tenía un único hijo que era chavo banda”, dijo Yolanda Martínez Hernández, laica misionera. “Un día él estaba con unos muchachos más pequeños que él y otra banda los encontró para provocarles. Mi hijo de 23 años quiso defenderlos y ahí mismo, uno de la otra banda lo mató con un cuchillo”, relató. 

Ella cuenta que desde aquel día ve a los chavos banda con otros ojos. Comenzó a acompañarlos y a formarlos para que recibieran los sacramentos. 

Dos veces a la semana, sobre las 9 p. m., las hermanas y los misioneros salen a las calles vestidos con camisetas iguales que por su reverso llevan impresa la frase “A tu lado”. López García anima al equipo a acercarse a los “chavos banda” con la misma actitud con la que irían a encontrarse con un buen amigo. Sin embargo, aunque la gente de los barrios les conoce, eso no quiere decir que pueden entrar en todos los callejones de los vecindarios.

Así, durante la visita nocturna de un jueves de mayo, los misioneros fueron advertidos sobre el peligro que conllevaba la visita a una casa cercana. “Hay algunos hombres armados”, dijo Morales Nájera. Hablaron discretamente entre ellos y tomaron la  decisión de posponer esa visita para otra noche.

En la calle de Los Bronx, banda contraria a Los Monckis, la visita fue más sombría. Pasando las ruinas de una casa incendiada, las hermanas reunieron a las personas frente a un memorial dedicado a dos miembros de la banda recién fallecidos a causa de un accidente de moto —cuatro muchachos viajaban en esa moto, pero solo dos sobrevivieron—. López García formó un semicírculo con los chavos banda y rezó junto con ellos. Después de despedirse, las hermanas pidieron a los chavos que mantuvieran la paz.

  • Los laicos misioneros Raquel Torres Gatica, Víctor Edgar Hernández Rubio y Eusebio Leos Hernández (de izquierda a derecha) se amontonan en un coche para ir al siguiente lugar mientras evangelizan a los "chavos banda" en las calles de Monterrey, México, el pasado mes de mayo. Cada semana ellos salen junto con las hermanas de la Compañía María de Nazareth para atender a los jóvenes.  (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    Los laicos misioneros Raquel Torres Gatica, Víctor Edgar Hernández Rubio y Eusebio Leos Hernández (de izquierda a derecha) se amontonan en un coche para ir al siguiente lugar mientras evangelizan a los "chavos banda" en las calles de Monterrey, México, el pasado mes de mayo. Cada semana ellos salen junto con las hermanas de la Compañía María de Nazareth para atender a los jóvenes.  (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

  • La pequeña Dana, de 3 años, observa cómo las hermanas y los misioneros charlan con los integrantes de la banda Los Monckis en Monterrey, México.  (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    La pequeña Dana, de 3 años, observa cómo las hermanas y los misioneros charlan con los integrantes de la banda Los Monckis en Monterrey, México.  (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

  • Memorial dedicado a dos miembros de la banda Los Bronx, quienes perdieron la vida a causa de un accidente de moto —cuatro muchachos viajaban en esa moto, pero solo dos sobrevivieron— en Monterrey, México.  (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    Memorial dedicado a dos miembros de la banda Los Bronx, quienes perdieron la vida a causa de un accidente de moto —cuatro muchachos viajaban en esa moto, pero solo dos sobrevivieron— en Monterrey, México. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

  • La Hna. Sándra López García, la Hna. Sanjuana Morales Nájera y el equipo de laicos misioneros rezan ante un monumento dedicado a dos miembros de la banda Los Bronx, quienes murieron recientemente en un accidente de moto. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    La Hna. Sándra López García, la Hna. Sanjuana Morales Nájera y el equipo de laicos misioneros rezan ante un monumento dedicado a dos miembros de la banda Los Bronx, quienes murieron recientemente en un accidente de moto. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

  • La Hna. Sanjuana Morales Nájera habla con algunos muchachos durante una de las visitas que ella y otros laicos misioneros realizan a las pandillas juveniles en las calles de Monterrey, México, en mayo. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    La Hna. Sanjuana Morales Nájera habla con algunos muchachos durante una de las visitas que ella y otros laicos misioneros realizan a las pandillas juveniles en las calles de Monterrey, México, en mayo. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

  • Las laicas misioneras Felicitas Martínez Hernández, Josseline Carolina Montes Jiménez, Raquel Torres Gatica, la Hna. Sandra López García y Yolanda Martínez Hernández (de izquierda a derecha) forman un círculo para compartir algunas palabras de agradecimiento al concluir una de sus visitas a las bandas juveniles en las calles de Monterrey, México, en mayo. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

    Las laicas misioneras Felicitas Martínez Hernández, Josseline Carolina Montes Jiménez, Raquel Torres Gatica, la Hna. Sandra López García y Yolanda Martínez Hernández (de izquierda a derecha) forman un círculo para compartir algunas palabras de agradecimiento al concluir una de sus visitas a las bandas juveniles en las calles de Monterrey, México, en mayo. (Foto: GSR/ Nuri Vallbona)

“En la oscuridad parece que no hay vida, pero llegamos a la oscuridad y encontramos que sí hay mucha vida”, dijo Martínez Hernández. “Nosotros cumplimos con un sueño de Dios que él puso en nuestras manos”, indicó. 

No había pasado una hora desde la visita de las hermanas, cuando alguien avisó a los misioneros que Los Monckis y Los Bronx se habían enfrentado con piedras. Esto, sin embargo, no desanimó al equipo, quienes siguieron con su misión y avanzaron al siguiente lugar. 

López García sabe que los procesos de transformación son largos. Así lo dice al recordar a un grupo particular que tiempo atrás se había visto involucrado con el crimen organizado. Ahora, sin embargo, cuando ella se encuentra con alguno de los que fueron miembros de ese grupo, ellos le presentan a sus esposas, y ellas les agradecen. “Madre, él me trata muy bien”, le dijo una de las mujeres a López García y añadió: “Él es un buen esposo, ni me grita ni me pega”.

Otro de los muchachos ha bromeado con la religiosa: “Madre, perdóneme, la cerveza no la he podido dejar, pero todas las otras drogas sí”.

López García incluso recuerda que algunos otros le han dicho que quieren enviar a sus hijas al convento para que se hagan ‘monjitas’. Todas estas cosas, dice, le dan una alegría inmensa. “Uno siembra y Dios da el fruto”, afirmó.

En la última década, López García y sus hermanas de comunidad se percataron de que las bandas estaban decayendo considerablemente. Los cárteles habían llegado a la zona y comenzaron a matar a los “chavos banda” que se negaban a vender sus drogas. Entre 2012 y 2014 las hermanas asistieron a muchos funerales de jóvenes entre 12 y 20 años. A pesar de esto, ellas permanecieron en las calles buscándolos. En 2020, los encontraron en los centros de rehabilitación. 

“Sin dejar de salir a las calles, decidimos visitar los centros y llevar ahí nuestro programa de evangelización”, dijo López García y agregó:  “Algunos pacientes son olvidados por sus familias. Viven en soledad”.

López García está convencida de que la misión en las calles le ha dado una fe más sencilla, que la hace capaz de encontrarse con Jesús en los últimos de la sociedad y en los que son excluidos. Ella dice que Dios le pide una disponibilidad total para acompañar pastoralmente a los “chavos banda” en sus procesos personales.

Alrededor de las 11:15 p. m., el grupo se amontonó en varios coches para regresar a sus casas. Antes de esta visita nocturna, López García pasó el día organizando un fin de semana de retiro para los “chavos banda”, quienes llegarían al día siguiente. 

Preguntamos si estaba cansada. “Sí, fue un día largo y cansado, pero lleno de vida”, respondió. “Es un cansancio que da fruto”, agregó. 

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 3 de agosto de 2023. 

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